Egipto para tontos

Hace tiempo, una amiga inglesa me preguntó que qué pasaba en España si llegaba la hora de la siesta y estabas conduciendo. Lo que pensé en su momento es que esa chica tenía las neuronas fritas del abuso de comida rápida. Con el tiempo, me di cuenta de que simplemente era víctima de la información distorsionada que le llegaba de España. La misma cara se me quedó cuando volví a España tras vivir casi 2 años en Egipto y la gente me preguntaba cuestiones del mismo nivel. Por eso, de manera rápida (y cómica), daré algunas pistas sobre el país.

El alcohol: algo que, al parecer, es trascendental para la mayoría de los occidentales. Sí hay alcohol en Egipto. Sólo los locales que tienen licencia pueden ofrecerlo y no es legal beber en la calle. Incluso sirven alcohol a domicilio a través de una empresa llamada Drinkies. De hecho, Egipto tiene sus propias marcas de alcohol: todas muy poco recomendables. Beber alcohol egipcio es como beberte fukushima en vaso de tubo. Y es que es bien sabido que el alcohol egipcio se caracteriza por causar directamente la resaca, omitiendo la feliz borrachera: es algo mágico que provoca que te explote la cabeza.

¡La comida! Puedes encontrar todo tipo de comida: oriental y occidental. Y es que El Cairo tiene más cadenas de comida rápida que España. Y todas van a domicilio. Incluso el McDonalds. De hecho, hasta los supermercados hacen servicio a domicilio y si sabes con quién hablar, hasta los mercadillos (o zocos) se apuntan al servicio a domicilio.

¿Plagios? Si pensabas que los chinos son los reyes del plagio, es que no conoces a los egipcios. Éstos hacen que los asiáticos sean meros aprendices. En Egipto puedes encontrar desde coches Foyota, hasta la marca de galletas más famosa del país: las Borio. Básicamente es como una Oreo, pero un poco más grande. Y así, con todo: hamburgueserías McDowals, bocadillerías Subday, ropa deportiva de adodas, etc. Todo un placer para el humor, que no para el estómago. foyota

borio copia

Entre los comercios puedes encontrar una verdadera mezcla de estilo de vida entre occidente y oriente: Una tienda de falafel seguido del Apple Store. Zara al lado de comercios locales de galabeyas (las túnicas blancas), etc. Es cierto que en general la moda es un pelín hortera y si huyes el estilo safari-hippy, es fácil caer atrapado en un bucle ochenteno de la moda. Un apunte importante es que no es obligatorio llevar velo. Se lleva voluntariamente, aunque en determinados contextos, la presión social puede ser muy elevada.

No hay un solo idioma árabe común en todos los países de la región. Está el árabe clásico (como nuestro latín), y las variedades dialectales de cada país, por lo que cada país tiene sus variaciones. Egipto es como el Hollywood de oriente medio, motivo por el cual, su variedad dialectal es más conocida en el resto de países.

¿Realmente hace calor todo el año? Me temo que en Egipto también hace frío. En contra de lo que la mayoría piensa, en invierno sí hace frío. No es que haga una temperatura extrema pero las temperaturas pueden bajar de los 10 grados. También es cierto que la mayoría de las casas están muy mal aisladas y la sensación térmica es menor. Un amigo egipcio me dijo que una vez en una tetería en El Cairo vio nevar. Vete a saber, lo mismo eran las cenizas de la shisha que se estaba fumando el fulano de al lado y no supo diferenciarlo.

¿He dicho hipsters? Eso parece. En El Cairo hay gente y ambientes muy molones. No siempre es fácil verlo, pero los hay. En general, como expatriado, vivir en El Cairo te da un punto molón. Y entre los egipcios también puedes encontrar gente y ambientes vanguardistas: la ciudad tiene locales que podrían perfectamente estar en Malasaña (barrio madrileño que explota el posturero de gafa-pasta a niveles desorbitados), o tiendas de cupcakes al mismo estilo neoyorkino. Además, la ciudad cuenta con una guía virtual que te permite enterarte de todas esa moñadas al instante.

La verdad que la mejor manera de descubrir el país es visitándolo. Ante la imposibilidad de muchos por hacerlo, espero que esto sirva para entender algunos aspectos irrelevantes del país.

Crucero en el Bajo Egipto

Hace dos semanas tuve la oportunidad de hacer el famoso crucero por el Bajo Egipto. El plan que hicimos fue una ruta desde Aswan y Abu Simbel hasta Luxor, pasando por Edfú y Kom Ombo. Durante esos días tuvimos la oportunidad de visitar los principales templos del antiguo Egipto y los valles donde enterraban a los faraones.SONY DSC

Los primeros días visitamos el templo de Philae, la presa de Aswan y el templo de Abu Simbel que, al igual que ocurre con Petra, es impactante. Una vez dentro, ya te fijas en detalles de mantenimiento que se podrían mejorar, como los focos de iluminación anclados en los dedos de Ramses y otras cosas por el estilo.SONY DSC

Desde luego que Egipto es uno de esos lugares donde todo el mundo que ha pasado ha querido dejar su huella. Empezaron los faraones con los templos, los cristianos que atacaron haciendo agujeros sobre las esculturas y las paredes y el otro grupo que al parecer ha hecho más daño en ese patrimonio cultural: los arqueólogos del siglo 19. Es normal ver las estatuas con nombres tallados de esos tipos: Murray, Smith, etc. Gracias a semejantes firmas os recordaremos por lo que fuisteis: los cafres de la arqueología.SONY DSC

Casi todos los templos contaban con arcos de seguridad, muchos de los cuales estaban siendo reemplazados en algunos de ellos. Esto me pareció totalmente lógico, porque muchos se reducían a un arco de plástico roído cuya función era canalizar el paso de los pocos visitantes que había. Creo que era la cosa más inútil que había visto desde el aeropuerto de Castellón.SONY DSC

Dentro del crucero tuve la oportunidad de ver nuevas formas de venta. En Egipto es normal que vendan por pesadez, pero aquí han desarrollado nuevas técnicas combinando la capacidad de agotar al turista con técnicas dignas de entrar como disciplina en los juegos olímpicos. Bajando por el Nilo, aprovechando la apertura y cierre de esclusas para salvar los desniveles, los vendedores se acercaban en pequeñas balsas que ataban a nuestro barco. Y luego unas balsas se ataban a otras de manera que formaban cadenas de vendedores arrastrados por nuestro barco. Desde ellas, a unos 8 metros más abajo, lanzaban camisetas, toallas o galabeyas a la cubierta del barco. En lo que lo recogías y se lo tirabas otra vez, aprovechaban para negociar contigo en todos los idiomas posibles. El juego se basaba en engancharse al crucero, marear al turista cuando devolvía las cosas y pedir dinero. Lo mejor es que el barco se para cuando las dos esclusas están cerradas y desciende el nivel del agua, por lo que hay un momento en el que ves más y más cerca de los vendedores mientras disparan toallas enrolladas a diestro y siniestro. Era como uno de esos sueños donde intentas correr de algo malo pero no avanzas.SONY DSC

La cuadrilla con la que coincidimos en el crucero podría haber sido digno de ser el público de Gran Hermano. En primer lugar estaban las brasileñas. Dos mujeres exuberantes de unos 40 años de edad y con generosas posaderas que haciendo honor a su tierra vestían de manera correspondiente: súper shorts y escotes. En cada parada, ellas actuaban encantadas como si de estrellas de Hollywood se tratara, y los egipcios, que son muy espabilados, hacían cola para fotografiarse con ellas. Ellas sonreían. Ellos sonreían aún más y les señalaban los escotes y las piernas a en cada una de las fotos. Todo tenía un sospechoso tufillo a Benny Hill.SONY DSC

En segundo lugar, un americano, el cual llevó todos los días la misma camiseta donde ponía en grande “he venido a ver las pirámides, dejadme en paz”. Viajaba solo y en 3 días no fue capaz de contestar un solo “buenos días”. Llegaba a los lugares, hacía fotos con su móvil, las subía instantáneamente a Instagram y se volvía al barco, coche o cualquier otro medio de transporte que usara.SONY DSC

En tercer lugar, una familia de indios infinita, con los cuales no coincidimos en ninguna visita pero tuvimos el gusto de oír cada mañana cuando se levantaban de madrugada para ir de excursión. Hacían el mismo ruido que debían hacer los pasajeros del Titanic la noche que se hundió. Conseguí identificar una madre y un padre: los otros 14 miembros eran una amalgama de niños, bebes, creo que unos abuelos y lo creo que era la típica tía soltera.

Por último, estaba una pareja de japonesas muy serias, que tampoco se prodigaban en el arte del saludo. Estas chicas en determinados templos decidían quedarse en el coche y no bajar. En ningún momento supimos por qué.SONY DSC

Con todos estos personajes recorrimos unos y otros templos, a cada cual más impresionante. Los mejores jeroglíficos se encontraban en el valle de los reyes. Lo curioso era que en el valle de las Reinas, las estatuas de las mujeres las caracterizaban como si fueran hombres con barba para enfatizar su fuerte carácter y su capacidad de liderazgo. Claramente, esos tipos no pasaron la adolescencia con mi hermana.SONY DSC

El último día, hicimos el paseo en globo por encima del Valle de los Reyes, con las colinas a la espalda y con el Nilo y los templos de Karnak y Luxor en frente. Después del pánico inicial, cuando desincrusté las uñas del cesto al que me agarraba firmemente, disfruté de una de las mejores panorámicas que he visto en Egipto, desde 600 metros de altura. Desde luego que es un viaje digno de probar, sobretodo ahora que apenas hay turistas.SONY DSC

La piscina

En mi grupo de amigos casi todos frecuentamos la piscina de un hotel del barrio, y todos hemos sufrido y disfrutado su rutina en alguna medida debido a la peculiar fauna que la visita. Esto es debido a que vemos cómo la piscina comienza el día impoluta y según pasan las horas, sufre una transformación hasta llegar a parecer una sopa de cocido. Los usuarios ofrecen diferentes estrategias de uso de la piscina según el día:

  • Se meten en el agua masticando chicle: si les molesta el chicle, lo sacan de la boca y lo apoyan en el bordillo.
  • Se meten en el agua llevando una escayola: ven que se empieza a deshacer y la golpean en un extremo para quitárselo del todo y seguir nadando.
  • Ven gente nadando por una lado de la piscina: les persiguen desde fuera o dentro del agua como divertimento o se cruzan transversalmente y buscan el choque.
  • Intentan salir del agua y como no pueden, utilizan el foco a modo de escalera hasta que lo arrancan.
  • Tienen calor de manera repentina: se meten en el agua aunque lleven calzoncillos y chándal.2013-07-12 14.57.29

Normalmente, puedes llegar a la última hora y nadar viendo solo algún papel hundido, pelos y el agua algo turbia. Si es tu día de suerte, puedes encontrar hasta chapas de coca cola. En algún caso, he visto hasta una pelea entre egipcios, porque ellos, que son muy pasionales, pueden acabar lanzándose ceniceros en la terraza del hotel por el orgullo de una mujer. Muchas veces, hay curiosos que observan a los expatriados nadar e intentan imitar las técnicas. Los más osados intentan nadar a tu lado o te preguntan cuantas veces respirar en cada brazada. Muchos practican el acoso a los nadadores en diferentes modalidades: nadar en diagonal de manera que en algún momento siempre se cruzan contigo; nadar transversalmente para chocarte en algún momento; O chapotear siempre hacia donde nadas, incluso si te mueves al otro lado de la piscina. El problema es que cuando nadan, normalmente, chapotean como si estuvieran peleando con un caimán. No es que la piscina esté abarrotada, he visto piscinas públicas en Madrid con mucha más gente que aquí. El problema es que 10 egipcios disfrutando del agua hacen más ruido que las fallas de Valencia. He usado varios trucos para evitar esto: ir a la hora del rezo (aunque parece no están muy practicantes últimamente), e ir a primera hora por la mañana cuando está vacía y limpia. Por lo menos, ahora que cae un poco la temperatura y el agua está más fría, parece que tenemos una tregua.

Buceo en el mar rojo

En el puente que coincidía con el final del Ramadán decidimos irnos al Mar Rojo a hacer un curso de buceo. Llevábamos bastante tiempo preparando la idea, y de los posibles destinos que hay en Egipto elegimos Marsa Alam. La aventura ya empezó cuando intentamos reservar el viaje y la estancia. Después de decenas de llamadas y correos, de valorar ir en coche, autobús o avión, de contactar con varios sitios de la zona, finalmente acabamos alquilando una furgoneta e irnos a un pequeño complejo ecológico cerca de la frontera con Sudán.

Lo curioso de los viajes en Egipto es que te da la sensación de que aunque todo este reservado, hasta que no estás en el propio lugar, no tienes la certeza de que todo saldrá bien. Después de pasar 10 horas en la furgoneta, la cual tenía los asientos forrados de plástico (cosas de egipcios), llegamos al complejo empapados en sudor.

Una vez nos instalamos y acordamos el tipo de curso que haríamos, nos fuimos a hacer snorkel en la orilla. En esa primera aproximación todo lo que vimos nos pareció espectacular: corales, peces, un manta…foto 2

Durante el curso de buceo PADI fuimos alternando las inmersiones con la teoría. La parte teórica consistía en leer un libro que parecía escrito por un catequista de los 90. En él, podíamos encontrar frases lapidarias del tipo «hacer buceo es bueno para conocer gente, ir a sitios de buceo y hacer cosas debajo del agua» o «un compañero aporta seguridad y diversión». Tan amena lectura era acompañada de unos vídeos infumables sobre el buceo que perfectamente podrían ser un documental de las vacaciones de Sarah Palin con un toque a los vigilantes de la playa. Después de torturarnos cada mañana con ese rato de cultura del buceo, hacíamos las inmersiones. Básicamente nos pasamos dos días debajo del agua, donde el monitor nos hacía pequeñas faenas para saber cómo actuar ante cada tipo de percance: vaciar la máscara de agua debajo del agua, qué hacer si se acababa el oxígeno, socorrer a un compañero, etc. El monitor, un tipo súper tranquilo, debió quedar anonadado ante el espectáculo que dimos. Creo que debimos atormentarle un poco la primera vez que nos sumergimos ya que entre los 4 que íbamos, le repetimos las mismas preguntas una y otra vez. Por un lado, a un amigo que no podía sumergirse con el peso del propio equipo, le llenó los bolsillos de rocas; mientras tanto, yo, con la comodidad del neopreno y el agua caliente del mar, no podía evitar hacer pis en cuanto entraba en el agua, por lo que en esos períodos de trance no escuchaba sus explicaciones. Por otro lado, cada vez que cada uno de nosotros hacía un ejercicio debajo del agua el profesor nos aplaudía. Me dio tanta pena que nada le dijera nada cuando lo hacía, que cuando él hacía el ejemplo yo le aplaudía para que se animara. El tipo obviamente pasaba. Tuve algún problemilla para encajar mi nariz en la máscara: estaba convencido de que la mía debía se de niños, pero resultó que no. Que para mi horror mi nariz es grande.foto 1

Cada poca distancia, había que equilibrar los oídos de manera tranquila para no dañarnos los tímpanos, haciendo todo cuidadosamente. Esto por supuesto nos salía genial cuando descendíamos de manera ordenada con el instructor. Cuando estábamos viendo corales, y en algún momento de descuide te veías ascendiendo de manera incontrolada a la superficie, hacías lo posible por bajar otra vez con el grupo antes de que se diera cuenta del error. Y ahí, hacerlo cuidadosamente era un poco secundario, ¿Qué importaba la salud de tus tímpanos comparado con la vergüenza de que el profesor te pillara flotando a la deriva con cara de desesperación?

En otro ejercicio de orientación, llegó una corriente que trajo algo de basura de otro sitio. En ese momento decidí alimentar mi espíritu ecologista y me dediqué a recoger plásticos mientras hacíamos los ejercicios, los plásticos me los iba enganchando en el neopreno y ya en superficie los metía en un trozo de bidón que encontramos. El monitor, después de entender que no tenía el síndrome de Diógenes y me dedicaba a recoger y almacenar mierda gratuitamente, lo agradeció con una sonrisa.P1060250

Las pocas fotos que pude hacer debajo del agua, fueron casi en la superficie, ya que lo único con lo que contaba era mi cámara y una bolsa de plástico acuática de los chinos similar a las bolsas de congelar comida.

En la zona había tortugas verdes, delfines, morenas, rayas y peces de todo tipo. Nosotros no pudimos ver todo eso, pero el hecho de ver a las rayas planeando o a una morena escondida a escasos metros fue impresionante.

El endemismo cairota: El Nilo

Si hay algo realmente característico en El Cairo es el Nilo. Al margen del tamaño y el caudal que tiene a la altura de la ciudad, el río posee una vida digna de estudio. Cuando hablo de vida, no me refiero a la biodiversidad del ecosistema, que contra todo pronóstico, subsiste; Hablo de toda la actividad que se ha desarrollado alrededor de tan peculiares aguas.

Cuando a la gente le hablas del Nilo, tienden a pensar en aguas turquesas, lino blanco, colores ocres y beiges, tranquilidad, paseos al atardecer descalzos con un sol enorme sobre el horizonte desértico… Pero la realidad aquí es otra. El agua tiene un color entre marrón y gris, se oye ruido, pitidos de coches y música machacona, tiene basura, está rodeado de restaurantes, discotecas y edificios de todo tipo, está franqueado por varios puentes y está transitado por muchos barcos. Los más peculiares se llaman felukas: son botes pequeños con luces de neón y música estridente que se ubicaría entre el bacalao valenciano y las danzas orientales. Allí todo vale.

Conceptualmente el río, por decirlo de alguna manera, es como aguas internacionales. Puedes encontrar a las falukas de un lado a otro llenas de gente bailando y bebiendo, los barcos de más tamaño con mayor número de neones y con fiestas más grandes que perfectamente podrían ser el causante de ataques epilépticos incontrolados, alcohol, etc. Vamos, no me sorprendería encontrar una pelea de monos a cuchillo.P1040871

Por otro lado, está el concepto “cultura de puente”: la gente se apoltrona sobre los puentes a comer altramuces, hacerse fotos con el río, hacerse los books de boda, pescar, o simplemente a estar allí, haciendo bulto. Iluso de mí, pensaba ¿quién es capaz de comerse esos peces? Resulta que casi todo el mundo, aunque yo el pescado cairota es algo que por el momento no me he planteado incluir en mi dieta, al menos voluntariamente. Creo que lo que sacan de ahí lo venden en los comercios del barrio: obviamente, me refiero a los comercios de zapatos, bolsas de plásticos y piezas de segunda mano.

El plan de coger una feluka con amigos y beber en el Nilo es muy recurrente y muy apetecible al atardecer. En la última feluka que cogí con mis amigos tuvimos la oportunidad de ver en funcionamiento una fuente que está casi siempre apagada y que es un armatoste de hormigón en medio del Nilo. Nos dijeron que creen que solo funciona 3 días al mes porque cuando la encienden, los conductos se saturan de la basura que hay en el agua. No sé si es cierto, aunque tuvimos la suerte de casi comprobarlo in situ, ya que estuvimos a 1 metro de que el casco de nuestro bote chocara con ella. Respecto a la moda musical, lo último que se oye entre las felukas es un tema que se traduciría como “el oro en un paquete”, donde habla de la viagra y de cómo un amigo se lo recomienda a otro para asegurarse de que no tenga problemas y que sea feliz. Todo un hit para las tardes de cortejo egipcias.

La vida después de Morsi

Hubo un golpe de Estado y la vida continuó. Con mayor o menor previsibilidad: la gente volvió a sus trabajos, el país no se convirtió en Siria y todas las advertencias internacionales al ejército se disiparon en cuestión de días. Por supuesto que hay enfrentamientos, pero dado el volumen de población, son esporádicos y tienen carácter puntual: por el momento, ha habido muchos más muertos por accidentes de tráfico que por los enfrentamientos.

Los contrarios a Morsi dicen que los hermanos musulmanes están adoptando el papel de víctimas, incluso llegando a autolesionarse para buscar legitimidad internacional. Los pro-Morsi siguen defendiendo al presidente caído, son atacados y atacan. En todo este lío el ejercito interviene y parece que no de manera imparcial, ya que da la impresión de que está invirtiendo más recursos en el espectáculo aéreo diario que tenemos en la ciudad que en la propia seguridad de los manifestantes y ciudadanos. Casi a diario podemos ver avionetas, cazas dibujando estelas y corazones y helicópteros ondeando banderas egipcias.

Desde la zona en la que vivo se puede atisbar algo de lo que sucede. Yo me he cruzado con manifestaciones de los dos bandos y no ha habido mayor problema. Bueno, en la pro-Morsi, al ver los carteles de Morsi que portaban, me concentré tanto deseando que fueran buenas personas que golpeé una piedra y me hice una herida en el pie. Quizás si la CNN hubiese estado cerca, me hubiese sacado en titulares herido luchando por salvar mi vida entre violentos.

Ahora el debate de moda es si fue o no un golpe de estado y todas las teorías posibles de la caída del expresidente. Algunas apuntan a un complot organizado entre ejército y oposición. Aunque esto tampoco es que sea súper elaborado: el gobierno contó con el boicot de ejército, instituciones y administración y tampoco tenían las habilidades o el conocimiento para resolver una economía cada vez más tocada. Morsi nunca tuvo aptitudes para desenvolverse en política, y el resultado quedó plasmado en el primer encuentro internacional al que acudió: Morsi se rascó las pelotas, literalmente, en una reunión con la presidenta australiana. Una actitud que estuvo a la altura de la cara de Rajoy cuando le preguntaron por el caso Bárcenas, o de Zapatero cuando le preguntaron en inglés “cómo han ido las conversaciones”

No hace falta decir que la basura informativa sigue aumentando. Los peores: CNN y Al Jazeera. A partir de ahí, se pude ver cualquier cosa en todos los medios.

Por lo demás, el país sigue funcionando. Ya se ha perfilado el gobierno en funciones: El primer ministro tiene un curriculum espectacular y dentro del equipo de ministros, hay miembros que tienen un rodaje que nada tienen que envidiar a los mejores políticos europeos.

En el marco internacional, a pesar de las advertencias de unos y otros socios, ha ocurrido todo lo previsible: Europa no tardó ni diez días en declarar públicamente que sus ayudas a Egipto no pararían, y Estados unidos, en menos de una semana, se inventó una nueva palabreja para decir que no había habido Golpe de Estado y por lo tanto las relaciones continuaban como estaban, como cabía esperar. Hay otros países menos fieles como Arabia Saudí y Emiratos, ya que plantearían sus dudas sobre Egipto si los salafistas salen totalmente del gobierno.  Estados Unidos no plantea dudas porque es la manera de mostrar su tolerancia hacia el Islam.

Creo que los enfrentamientos seguirán teniendo lugar puntualmente, seguiremos recibiendo avisos de seguridad de evitar unas u otras zonas, los medios seguirán sacando cada muerto desde todos los puntos de vista posibles para mostrar el Apocalipsis egipcio y la situación tardará un tiempo en recuperarse. Pero lo cierto es que Egipto es un país grande, con recursos y con capacidad de salir adelante.

La gran caída

Después de varios meses en Egipto ya pensaba que los egipcios no me iban a sorprender más. Pero no. Faltaba el Golpe de Estado. El desarrollo de esta segunda revolución ha sido bastante rocambolesca y se ha arrastrado desde hace bastante tiempo. De hecho, da la impresión de que esto no ha sido una segunda revolución, si no la continuación de una revolución que nunca terminó. Los hechos acontecidos han sido como si una película de Berlanga la hubiera producido Al Jazeera.

En un año, Morsi ha batido el récord de cagadas. Entre las más sonadas: llegar a otorgarse más poder que el propio Mubarak o aprobar la primera constitución egipcia exprés, en la que pretendía una islamización de la sociedad y marginaba a ciertas minorías. En este caso, entendiendo como minorías a cristianos, ortodoxos, otras facciones musulmanas, mujeres, etc. Con lo cual, si por ejemplo eras mujer y cristiana, hacías combo y quedabas a la altura del betún. Esto fue caldeando el ambiente y las protestas se repetían en la calle. Además, Morsi fue cabreando al ejército, lo cual no conviene en absoluto ya que posee más del 40% de la economía egipcia y es la figura que más poder acumula en Egipto.

Hace semanas, se convocaron las manifestaciones del día 30 de junio con motivo del aniversario del mandato de Morsi. Éste, viendo el panorama, decidió dar una conferencia de prensa el miércoles al más estilo Fidel Castro: varias horas donde defendió su gobierno y no dio pie al diálogo. Como en otras ocasiones, demonizó a los manifestantes acusándolos de vándalos. Como se hizo en España con el 15M, solo que en este caso no dio resultado.foto 1

A partir de entonces, la tensión fue creciendo y empezaron a dimitir ministros con cuenta gotas. El domingo, el país se paralizó con una manifestación inmensa a escala nacional (los medios hablaron de 30 millones de personas en todo Egipto), no creo que fueran tantos pero sí que fueron varios millones, y sentó un precedente. El lunes, la gente no abandonó la calle, por lo que el ejército intervino. Dio a Morsi un plazo de 48 horas para dialogar con el pueblo y la oposición. Además, sacaron varios helicópteros a sobrevolar la ciudad con banderas egipcias gigantes en señal de apoyo al pueblo.foto 2

24 horas después, el martes, Morsi dio otra conferencia donde habló de la legitimidad de su gobierno (repitió más de 50 veces la palabra legitimidad en una hora de discurso) y dijo que protegería a Egipto de sus enemigos. También, insistió en las mismas ideas defendiendo su constitución y su política. Morsi obró tan mal como lo hizo Mubarak en su momento, actuando siempre tarde y mal. El Ejército respondió viniendo a decir que actuaría contra los ignorantes: esto por definición podría haber sido Morsi o el propio ejército.SONY DSC

A las pocas horas, Estados Unidos hizo una advertencia diciendo que apoyaba al pueblo egipcio, pero que el presidente había sido elegido democráticamente así que lo defendía. Esto pareció un error ya que deslegitimó al ejército para actuar, y USA por ley, no puede dar ayuda económica a ningún país con golpe de estado, a no ser que sea por la seguridad de los ciudadanos (USA realiza una inversión directa en Egipto de unos 1.400 millones de dólares anuales). No obstante, a pesar de las dudas de USA en el último año, donde llegó a afirmar que no sabía si Egipto era amigo o no, siguen siendo muy colegas.

A las 12 horas, el miércoles, cumplió el plazo. El ejército desoyó a USA y al gobierno y se desplegó por todo el país. Dimitieron ministros, arrestaron a Morsi (aunque hubo confusión sobre si estaba escondido o arrestado), disolvieron el Gobierno y abolieron la Constitución. El pueblo les vitoreaba a su paso por la ciudad.foto 4

Según la gente supo que Morsi había caído, empezó una fiesta generalizada por todos los sitios. Desde mi edificio se ve el skyline de El Cairo y pude ver fuegos artificiales por todos los lados, láser de colores, bocinazos, pitidos, gente gritando y celebrando (sin saber la que les puede caer encima). En la calle se pudo ver la gente agolpándose, motos, coches, banderas, caballos y hasta carritos de fruta de fresca. Desde entonces, todo ha sido una fiesta continua y en la calle da la impresión de que hubieran ganado el mundial de fútbol.

La ciudad ha estado sobrevolada por helicópteros que han lanzado banderas egipcias. Los cazas militares vuelan una y otra vez dibujando la bandera egipcia en el cielo, y lo hacen a la egipcia: dibujando corazones y estelas tricolores.SONY DSC

Los casos de violaciones y acoso sexual han seguido tiendo lugar en las zonas de gran concentración como la plaza Tahrir. Entre la comunidad de expatriados ha habido de todo: gente entrando en pánico, gente actuando como espectadores, gente ayudando a través de las redes sociales a amigos egipcios que estaban en las manifestaciones luchando contra el acoso sexual, y por último, los más molones, que se acercaban a Tahrir a hacerse la foto de turno, para subirlas a instagram o Facebook con los filtros adecuados.

Los medios de comunicación internacionales no se han quedado cortos. Al margen del amarillismo de la CNN o los errores de la prensa italiana, hemos tenido que ver cómo comparaban la situación con Siria, cómo decían que la gente combatía los helicópteros con láser, cuando lo que hacían era festejar con el ejército, o cómo El País, con muy poca fortuna,  cambió a su periodista habitual en Egipto, para traer a un tipo que por confundirse ha llegado hasta decir la hora local mal y que su Twitter parecía trasmitir las noticias en diferido. Telecinco tuvo la suerte de conectar en directo con la plaza Tahrir en el momento que se comunicaba la caída de Morsi, y en un acto de ignorancia total, cortaron la conexión en ese preciso momento para dar lugar a Pedro Piqueras diciendo las palabras apocalíptico y holocausto, sin saber de lo que estaban siendo testigos. En Televisión Española no se quedaron cortos, y decidieron poner dos imágenes de dos manifestaciones anti-morsi diciendo que eran dos manifestaciones enfrentadas. Más allá, The Economist, en un acto de reflexión apresurado, publicó su nueva portada llamada “la tragedia de Egipto” justo en el mismo momento en el que Egipto se disparaba en el mercado de valores casi un 8%. No puedo explicar la sensación antes semejante manipulación de los medios.

Se espera algo de tensión en los próximos días por las respuestas que puedan dar los islamistas. Aunque parece difícil que puedan tener opciones contra el ejército. Morsi sigue en algún sitio diciendo que continúa siendo el presidente de Egipto desde un retrete o algo parecido. Habrá que esperar a ver como actúa el ejército, aunque de momento ha cortado todas las emisiones de canales islámicos, dibuja corazones en el cielo una y otra vez y sigue desplegándose por toda la ciudad, lo cual no parece muy alentador, ya que la solución de este país pasa por la integración de todos los grupos religiosos y su convivencia pacífica, no por la exclusión de ningún grupo o minoría.

La gente hace vida normal: por el día todo está tranquilo y por la noche conviene evitar algunos lugares como la plaza Tahrir o la Universidad de Cairo. Nosotros seguimos haciendo lo de siempre: ir al trabajo, hacer excursiones de fin de semana, montar en barco en el Nilo, comer mucho en todos los restaurantes posibles, ir a fiestas, conciertos, ver a amigos, pasear, etc.

La situación da para muchísimo más debate y con más precisión que la que muestro en este post: es o no un golpe de estado, la legitimidad o no del gobierno de Morsi, religión y política, están los egipcios preparados para la democracia, democracia y participación ciudadana, la actitud de los extranjeros ante este tipo de eventos, la calidad informativa de los medios de comunicación, las posturas internacionales en función de los intereses económicos, etc. Pero creo que como introducción a la situación ya está bien.

Un día de feria

Hace una semana nos tocó asistir a una feria, en calidad de feriantes, donde intentamos introducir varias empresas españolas en el mercado egipcio. Gracias a la mezcla de la cultura española y egipcia en un mismo espacio, la feria nos brindó momentos irrepetibles. El trabajo parecía sencillo: teníamos que mostrar el catálogo con las empresas, y enseñar lo que ofrecían con la información que teníamos.

La mayoría de los asistentes nos preguntaron por restaurantes. Era fácil: en la cocina, los españoles somos buenos. En vendernos, ya no tanto: lo primero que se veía al abrir el catálogo de empresas era unas lonchitas de jamón serrano y unas copas de vino tinto. Cabe recordar que Egipto es un país mayoritariamente musulmán donde el cerdo y el alcohol no son tan populares como en la tierra patria. Cuando abrí la foto delante del primero de los clientes, sonreí con naturalidad y le expliqué las bondades de estos nuevos embutidos de vaca y su estupenda combinación con el zumo de uva que aparecía en la foto. A lo largo del día, y ayudado por el aburrimiento, fui perfeccionando la historia hasta llegar a decir que era un embutido ecológico de tofu.

Resulta que, en Egipto, la gente se vuelve loca con todo lo gratis. Lo que sea. Vamos, como en España. Unos días antes de la feria, encontré en mi oficina unos pines de mi trabajo que habían sobrado hacía años de algún evento. Decidí darles salida y ponerlos en una cestita en nuestro stand. El resultado fue curioso, la gente se empujaba por cogerlos. Algunos se acercaban disimuladamente y cogían uno, se daban una vuelta a la feria, volvían y cogían otro. Hubo otros que los cogían y preguntaban si eran gemelos de camisa, a lo que respondía asintiendo con la cabeza mientras los acercaba a sus manos. La verdad que la euforia recolectora no se ceñía solo a los pines. También cogieron los bolígrafos, aunque esos no los estábamos regalando: lo que se llama comúnmente hurto. Además, se llevaban los catálogos que estaban a la vista. De vez en cuando, venía a mi mente la típica voz de mercadillo: ¡madre mía, madre mía, que me los quitan de las manos señora! Ya por último, dos señores se intentaron llevar nuestras botellas de agua, a lo que me tuve que negar. Después de un simpático forcejeo con un jubilado, cada uno tirando de un extremo de la botella, desistí y dejé que se la llevara.

Las jornadas estuvieron acompañadas por música. Concretamente una sola canción: Yesterday, de los Beatles. Tocada a flauta y con estilo peruano. Tras varias horas de feria, el pensamiento más recurrente en mi cabeza era que como pasase un solo minuto más escuchando esa melodía, me arrancaría las orejas y se las daría de comer a los gatos. De repente, me compadecí de esos pobres dependientes que les toca aguantar jornadas de horas escuchando villancicos estridentes durante las semanas previas a la navidad.

Dentro de la feria, había un gato que paseaba a sus anchas rondando nuestro stand. Con tanto desconcierto, pensé que seguramente también querría un pin. Cuando vi a uno de los hombres de seguridad perseguirlo con una porra para ahuyentarlo por uno de los pasillos, descubrí que estaba atraído por la comida de muestra que daban en el stand de enfrente.

En la feria pasamos muchas horas. Tantas que al final acabamos conociendo a los de los puestos de alrededor. Unas azafatas egipcias con cara de sorprendidas se encapricharon de nosotros y nos abastecieron de alimentos durante todas las jornadas: nos enviaron cafés, gofres, agua, posavasos, calendarios y el último día, ante el drama de la despedida, se hicieron fotos con nosotros. De cerca, pudimos comprobar que no es que estuvieran siempre sorprendidas, en realidad, se pintaban las cejas y lo hacían tan arriba que la cara de susto era inevitable.

Esta es la primera feria en la participo como expositor. Solo espero que, si vienen más en el futuro, sean por lo menos tan entretenidas como esta.

Odisea en el Sinaí

El fin de semana pasado decidimos acercarnos al mar rojo. Concretamente a la parte oriental de la península del Sinaí. El viaje parecía una locura solo para un fin de semana. Pero teníamos un plan. Haríamos el viaje de noche para poder pasar el trayecto durmiendo y llegar al amanecer justo para disfrutar de los arrecifes de coral que hay en la zona.

El jueves a las 12 de la noche quedamos con el conductor de la furgoneta. Yo fui el primero en llegar y todos llegaron, como mínimo, con media hora de retraso. Después de refunfuñar, yo que soy muy hábil me dí cuenta de que me había olvidado el saco de dormir y tuve que volver a casa y hacer esperar a todos. Con esto el plan se vio ligeramente alterado.

Salimos tarde y el conductor decidió que para acortar lo mejor era atravesar por la plaza Tahrir, la cual está impracticable debido a las barricadas y tiendas de campaña que hay. A pesar de que todos los coches daban la vuelta y nos hacían gestos con los que creo que intentaban decir algo como “pero qué hacéis locos, iros para casa turistas ignorantes”, el conductor continuó. Finalmente, una barricada policial nos tuvo que abrir paso y salimos por fin de El Cairo.

Hasta aquí había sido lo fácil. Continuamos el viaje y llegamos al Sinaí. Simplificando mucho: para cruzar el Sinaí hay tres carreteras, “la del norte” que es la menos larga, “la del medio” que es la medianamente larga y la de la costa que es larguísima. Nos dijeron que teníamos que coger la de la costa porque es la más segura para turistas. El conductor decidió ir por la del norte a pesar de nuestras indicaciones. Esto cambiaba un poco el plan también. Finalmente, llegamos a un punto donde el ejército no nos dejó pasar porque decía que no era seguro para nosotros. Parece que para los propios egipcios si lo era, porque pasaban coches y furgonetas con total tranquilidad. Nos dijeron que o esperábamos hasta el día siguiente a la 1 de la tarde, hora a la que oficialmente vuelve a ser seguro, o nos fuéramos. Obviamente, nos fuimos y deshicimos el camino andado durante la última hora y media, lo cual también afectaba al plan inicial. Después cogimos la carretera de la costa y fuimos hacia el sur. Cuando todos nos dormimos, el conductor decidió coger la carretera “del medio” y cuando el ejército le paró, les dijo que éramos egipcios y siguió adelante. Entiendo que, o les dijo que éramos una excursión de egipcios albinos, o eran soldados que aprobaron raspadito. En cualquier caso, eso hizo que llegáramos según lo previsto en el plan.odisea 1

En el mar rojo estuvimos en la zona de Nweiba: una zona abandonada con agua azul celeste y en la cual de un lado están las montañas del Sinaí y del otro las montañas de Arabia Saudita, tan solo separadas por 10 kilómetros de distancia. Pudimos disfrutar de dos días escasos de paraíso. El día antes de ir, nos dijeron que por la noche había problemas de abastecimiento de gasolina, así que le dijimos al conductor que llenase el depósito por el día.odisea 2

Fue en el viaje de vuelta donde surgieron pequeños percances, ya que están extremando la seguridad, aunque no tanto la eficiencia:

17.00 h Salimos de Nweiba en dirección Cairo.

17.30 h El conductor decide ir por la carretera “del medio” ya que todavía es de día, y por lo tanto, seguro.

18.15 h Nos para el ejército en un Check Point y le dice al conductor que no puede cruzar con extranjeros.

18.20 h Volvemos para atrás y nos dirigimos hacia el sur.

19.20 h Pasamos por una gasolinera donde hay un mar de coches pitando, esperando gasolina. Pasamos por su lado y yo pienso pobres almas de cántaro que no han echado gasolina de día.

19.22 h Veo, para mi estupor, que nuestro conductor se mete en la marea de coches porque nos dice que no tiene suficiente gasolina.

19.25 h Con los ojos como platos, veo como se mete por un lateral y acaba a la altura de los surtidores.

19.30 h No sé que bazofia les cuenta a los que están ahí, pero milagrosamente nos dan gasolina.

19.35 h Seguimos nuestro camino.

21.35 h Llegamos al control de policía de la carretera de la costa y nos indican que no podemos cruzar porque al ser de noche y haber americanos en el grupo, necesitamos un permiso de policía de la comisaría más cercana.

21.40 h Nos damos la vuelta.

22.00 h Encontramos la comisaría del pueblo más cercano y esperamos que nos firmen la autorización jugando a adivinazas, a la pelota, etc.

23.00 h Finalmente conseguimos el permiso.

23.05 h  Volvemos a la carretera de la costa.

23.35 h Pasamos el control.

00.30 h Pinchamos una rueda. La rueda de repuesto está desinflada y no tenemos inflador.

00.40 h Llega la policía y nos deja una rueda.

01.00 h Llegamos al pueblo más cercano. Nos hinchan la rueda y devolvemos la otra a la policía.

01.20 h Continuamos nuestro camino hacia el norte hasta el Canal de Suez

04.30 h Llegamos al control de policía de Suez y nos dicen que no podemos cruzar y tenemos que esperar al amanecer.

04.40 h Gracias a la intervención de un amigo y a mencionar algo sobre la embajada, nos dejan cruzar

06.30 h Finalmente llegamos a El Cairo.

07.00 h Llego a casa

07.10 h Me meto en la cama

08.15 h Me levanto para trabajar con la misma cara que el feo de los hermanos Calatrava

En algún momento de la mañana: parada cerebral.

Monasterios de Wadi Natrun

La semana pasada fuimos a unos monasterios coptos situados en medio del desierto en un oasis llamado Wadi Natrun. Con la información que había leído en la lonely planet y lo que mi imaginación había dado de sí, pasé las dos horas de viaje dando cabezadas e imaginando como podían ser esos lugares donde los monjes coptos meditan. Cuando llegamos, descubrimos que los días de visita, los monasterios son visitados por hordas de cristianos procedentes de diferentes lugares de Egipto.

Entre todas las personas, llamábamos la atención bastante, ya que éramos de los pocos occidentales que se acercaron al lugar. Esto hizo que los niños y los no tan niños se nos acercaran una y otra vez a saludarnos y darnos la mano. Lo más curioso es que uno de mis amigos que mide alrededor de los 2 metros de altura y con melena pelirroja, fuera el centro de atención a su paso. La gente le detuvo en varias ocasiones para hacerse fotos con él y algunos, incluso, le tocaban por la espalda y se besaban la mano para luego tocarle como si de uno de los monjes se tratara.SONY DSC

El tipo de gente que había era bastante diferente a la que hay en El Cairo. La gente era muy morena, con pelo oscuro, muy velludos y con una estética estancada en los 80 con tintes de zíngaros. Esto hizo que a los ojos de los monjes también fuera fácil identificarnos. Tal es así, que en uno de los monasterios que visitamos, un monje se acercó a nosotros con una cálida sonrisa y nos llevó en una visita, cuando menos, surrealista.

Tengo que decir que los de los besos estaba a la orden del día. Besos a los monjes. Besos a las representaciones de Cristo. Besos al informático que nos acompañaba. Había para todos. El gesto general que hacían a los monjes era el de saludar con la mano, y cuando el devoto le daba la mano y acercaba sus labios para besarla, el monje la retiraba rápidamente. De esta manera, la gente se acababa besando su propia mano con un gesto algo sorprendido. No estoy seguro de si lo hacían por higiene, ya que los besos en las manos se podrían contar por cientos. También es verdad que no hubiera estado mal limitar el número de besos ya que la gente besaba cada representación de Cristo con la misma efusividad con la que mi abuela nos besa después de una larga temporada sin verla.

La visita guiada que nos dio el monje fue bastante peculiar. Nos hizo una visita como si fuéramos VIP, apartando a todo aquel que no era de nuestro grupo. Contó el número de personas que éramos y nos llevo de uno a otro hito sin parar y mencionando hasta el último detalle. A esto hay que añadir que la gente le miraba y se unía por admiración a nuestro grupo. Además, algunos nos miraban y nos saludaban con campechanía. Los niños correteaban a nuestro alrededor y lanzaban pelotas parpadeantes. Un señor nos dio chocolatinas. Chocolatinas que regalé a otro niño minutos después e hizo que se pensara que era un cristiano venido del oeste preparado para repartir dulces.SONY DSC

En algunos momentos, había tal atasco de gente, que el monje se abría camino quitándose del medio los feligreses a manotazos. También les decía que nos estaba contando cuentos que a ellos no les interesaba y que se alejaran. Me resultó curioso que nos trataran de esa manera “privilegiada” y que les trataran de esa manera un poco más despectiva, cuando eran ellos los que venían por devoción y fe. Si bien es cierto que, nos comentaron que antes de la revolución los turistas venían diariamente por decenas, y ahora, tristemente, se contaban por unidades cada semana.